El miércoles 16 de abril se celebró la Misa Crismal en la Catedral de Villarrica, presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Francisco Javier Stegmeier. Esta significativa liturgia del Miércoles Santo reunió al presbiterio diocesano en un acto de profunda comunión eclesial, donde los sacerdotes renovaron públicamente sus promesas ante el obispo y el pueblo de Dios.
Durante la celebración se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que serán utilizados a lo largo del año en los sacramentos administrados en las distintas parroquias y comunidades de la diócesis.
En su homilía, Mons. Stegmeier destacó el significado del Año Jubilar convocado por el Papa Francisco con motivo de los 2025 años del nacimiento de Jesucristo, Redentor del hombre. Señaló que este tiempo es una oportunidad para redescubrir la fuerza del Espíritu Santo y la belleza del ministerio sacerdotal como instrumento de esperanza en medio de un mundo herido. “La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones” (Rom 5,5), recordó el obispo, invitando a todos a confiar en Cristo incluso cuando todo parezca oscuro.
Antes de la bendición final, se vivió un momento de gratitud y reconocimiento a tres sacerdotes por sus años de entrega al servicio de Dios y de la Iglesia. Se entregaron galvanos conmemorativos al Pbro. Josef Bockten por sus 50 años de sacerdocio, y a los Pbros. Janusz Furtak y Raimundo Mena por sus 25 años de vida ministerial.
El obispo agradeció especialmente el testimonio silencioso y fiel de los sacerdotes, animándolos a continuar siendo signos visibles del amor de Cristo en cada comunidad. Citando al Cardenal Van Thuan, destacó que “la fidelidad en lo pequeño, la entrega silenciosa y la perseverancia en medio del sufrimiento, son semillas fecundas de santidad”.
La celebración se vivió en un clima de oración, unidad y renovación espiritual, en el marco del Año Jubilar Ordinario convocado bajo el lema “Peregrinos de esperanza”.