Durante el Sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y su muerte, su descenso a los infiernos y esperando en oración y ayuno su resurrección.
¿Qué meditamos el Sábado Santo?
Es el día del silencio: la comunidad cristiana vela junto al sepulcro. Callan las campanas y los instrumentos. Se ensaya el aleluya, pero en voz baja. Es día para profundizar. Para contemplar. El altar está despojado. El sagrario, abierto y vacío.
Sin embargo, no es un día vacío en el que «no pasa nada». Ni un duplicado del Viernes. La gran lección es ésta: Cristo está en el sepulcro, ha bajado al lugar de los muertos, a lo más profundo a donde puede bajar una persona. Y junto a Él, como su Madre María, está la Iglesia, la esposa. Callada, como él.
En Sábado Santo se realiza la Vigilia Pascual que concluye con la Liturgia Eucarística y se acompaña a la Santísima Virgen María, que vela en soledad junto a la tumba de su amado Hijo.
Durante la Vigilia Pascual se realizan tres actos importantes que inician con la celebración del fuego en donde el sacerdote bendice el fuego y enciende el cirio pascual. En este acto se entona el Pregón Pascual que proclama que Jesús es el fuego nuevo.
Se da también la liturgia de la Palabra donde se leen siete lecturas, desde la Creación hasta la Resurrección.
El tercer acto es cuando la Iglesia entera renueva sus promesas bautismales renunciando a Satanás a sus seducciones y a sus obras, se bendice la pila bautismal o un recipiente en representación, y se recita la letanía de los Santos que nos une en oración con la Iglesia militante y triunfante.
El P. Pablo Fernández Martos, sacerdote misionero en Villarrica, te explica más de esto AQUÍ.
Evangelio del día: Hoy no meditamos un evangelio en particular, puesto que es un día que carece de liturgia. Pero, con María, la única que ha permanecido firme en la fe y en la esperanza después de la trágica muerte de su Hijo, nos preparamos, en el silencio y en la oración, para celebrar la fiesta de nuestra liberación en Cristo, que es el cumplimiento del Evangelio. Te dejamos algunas meditaciones sobre esto AQUÍ.
¿Cómo vivir el Sábado Santo desde Casa?
1- Unirse a la Iglesia participando de la Liturgia a través de los medios de comunicación. Pueden unirse a la transmisión oficial de la Santa Sede donde presidirá el Papa Francisco, o bien buscar en su parroquia la transmisión de la Santa Misa.
2- Antes de que empiece la Liturgia, te invitamos a colocar lazos o telas blancas en la puerta, ventana o balcón de tu casa, como símbolo de que en ese hogar hay cristianos a la espera de la Resurrección gloriosa de Cristo el Señor, llamados a ser sus testigos en el mundo de hoy.
Oración para el Sábado Santo
Mi Señor resucitado, al comenzar este día quiero darte gracias por tu gran misterio de amor y te suplico que me regales un poco de la fuerza de tu Espíritu y lléname de la alegría de tu presencia.
Quiero vivir alegre celebrando el día de tu triunfo glorioso sobre las tinieblas. El día en que destruiste la muerte, fueron rotas todas las ataduras y la luz emergió victoriosa entre las penumbras
Dame la valentía y la fuerza necesaria para aceptar tu voluntad y poder ser así un verdadero testigo de tu amor y de tu resurrección, comunicando al mundo que la oscuridad y la muerte han sido vencidas en Ti
Aquellas lágrimas derramadas a los pies de tu cruz, hoy se convierten en gozo. Tu historia de salvación se hizo eterna. Nos has abierto las puertas del Cielo con esta perfecta obra de amor de la que me hiciste parte.
Puedo decir con entera satisfacción que no he amado a una persona muerta, sino que sigo amando a un corazón vivo y que sigue derramando su misericordia y perdón a todos los que quieran volver sus rostros a Ti.
Oh Señor, no permitas que la llama de la fe y el poder de tu cruz se disminuya en mí y termine apagándose, por el contrario, ayúdame a mantenerla viva con la esperanza puesta en tu amor
Tú eres mi refugio y consuelo, por eso, sabiéndote vivo y presente, recurro al poder reconciliador de tu amistad para que repongas mis fuerzas.
Ayuda ahora a mi corazón a que salga de la oscuridad de sus vicios y resucite a una nueva vida haciéndote mi Señor, mi Rey y mi Salvador.
Amén.
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