El neo diácono de nuestra Diócesis, Erwin Sanhueza Godoy, ha compartido con el departamento de comunicaciones una entrevista donde nos cuenta sobre su vocación y sus primeros días como ministro ordenado de la Iglesia.
1. Cuéntanos de tu familia
Soy el menor de tres hermanos: El mayor, Pablo de 36 años, Hugo de 35 y yo de 27. Mi mamá se llama Ivón y mi papá Nelson. Mi familia siempre ha sido muy católica, muy cercana a la parroquia, y me han acompañado en mi decisión vocacional.
2. ¿Cuáles son los orígenes de tu vocación?
Como decía monseñor Francisco Javier, el día de la ordenación diaconal, desde muy pequeño surgió la vocación, en mi casa, sobre todo con mi mamá; quien me inculcó la fe y ha sido siempre un importante apoyo. Ella recuerda con mucho cariño cuando le pedí que me comprara un Rosario, cuando tenía 6 años; ya que, yo quería ir a rezarlo, pues veía un grupo de señoras que lo hacía en el templo, en Máfil, a las 18:30 hrs, y luego participaban de la Santa Misa. Yo quería saber qué cosas hacían, me gustó tanto, que me fui imbuyendo en la oración del Santo Rosario y en la participación de la Santa Misa. Por lo cual, soy un convencido que la Virgen me llevó a la Eucaristía.
Desde pequeño me integré a la vida parroquial, como servidor del Altar; los distintos sacerdotes de mi parroquia me fueron acompañando en las diversas etapas de mi vida, sobre todo en momentos complicados, cuando estaba solo con mi madre.
El origen de mi vocación se lo atribuyo plenamente a la ayuda de mi madre y a la Madre Santísima, la Virgen, quienes me ayudaron a ir comenzando esta relación con Cristo, que me llevó inmediatamente a la Eucaristía. Todo estaba muy unido, el Santo Rosario y la Santa Misa, acompañado de puras personas adultas, mujeres piadosas de mucha fe.
Le atribuyo un papel fundamental a la Parroquia de Máfil, soy hijo de la comunidad, ellos han querido formar un sacerdote y yo he dicho que sí.
3. Cuéntanos de tu vida de seminario ¿cómo lo describirías?
Estuve del año 2011 al 2017, lo describiría como un tiempo hermoso, un tiempo de Dios. Uno vive en el Seminario todo lo que un hombre puede vivir: Emociones, alegrías y tristezas. Lo más importante, los lazos de fraternidad y amistad que se van forjando en el tiempo, uno se da cuenta que los que tiene más cerca son sus hermanos.
Es un período maravilloso que hay que aprovechar al máximo, con la gracia de Dios, lo pasé muy bien, lo disfruté mucho. Lo bueno es que uno sigue muy ligado al Seminario, recordando la casa que me formó.
4. ¿Por qué elegiste el 7 de abril como fecha de tu ordenación?
Elegí esa fecha, porque era tiempo de Pascua, y el templo de Mafil, tiene una imagen de Cristo Resucitado. Además, porque era el sábado antes del Domingo de la Misericordia, y siento que el Señor ha sido muy misericordioso conmigo. Como dice el papa Francisco, me siento “misericordiado”, pues Dios ha sido muy misericordioso conmigo y ha querido regalarme este don maravilloso de la vocación sacerdotal.
5. ¿Cómo viviste el día de tu ordenación?
Lo viví de una manera impresionante, con mucha tranquilidad y paz, aunque estaba muy emocionado. Muy agradecido de Dios por lo que estaba viviendo, disfruté a concho cada momento. Sabía que el Señor estaba haciendo su obra.
6. ¿Cómo se originó el signo del saludo a la Santísima Virgen junto a tu mamá el día de la ordenación y el grupo de oración de señoras?
Eso surgió un mes antes de la ordenación, mi mamá no sabía, fue una sorpresa. La compañía del grupo de oración del Rosario de san Conrado de Mafil es signo de gratitud por su constante oración. Y representa a tantas personas que han rezado por mí y por las vocaciones.
7. ¿Cómo has vivido estos días de tu ministerio diaconal?
Han sido maravillosos, una gracia de Dios, uno percibe cómo se hace presente en el caminar de la vida de uno y de las personas. Hace pocos días tuve mi primer matrimonio, en la Catedral, comunidad que estoy acompañando como diácono. He percibido como las personas están muy necesitadas del Señor.
Realmente han sido días llenos de la gracia de Dios, el poder compartir con la gente y entregar a Dios y su Evangelio.
8. ¿Cómo te proyectas como sacerdote?
Como un hombre de servicio, que siempre esté disponible a servir, siendo cercano como Jesucristo, creando puentes de unidad.
Palabras finales:
Les pido que sigamos unidos rezando, no dejemos de servir al Señor con alegría.