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El Milagro que decidió la canonización de Santa Teresa de los Andes

by villarrica2017
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(Tomado de Credo Chile)

Para celebrar el fin del año escolar, el 5° Básico del Colegio Las Condes, de la Institución Teresiana, organizó un día de expansión en el Estadio del Banco de Chile, en Santiago. Fueron al paseo 23 niñitas acompañadas por seis apoderadas del Centro de Padres del colegio. Marcela Antúnez Riveros, 11 años, muy juguetona e inteligente, la primera del curso, iba entre ellas y nos relata:

“Fue el 7 de diciembre de 1988, en el Estadio del Banco de Chile. Creo que fuimos 28 alumnas. Cuando llegamos nos fuimos a cambiar ropa, a jugar y a bañarnos. Luego almorzamos. Nos serviron pollo con papas fritas y una bebida. Yo almorcé con el traje de baño mojado, debajo de la ropa. Después nos pidieron que descansáramos una hora antes de bañarnos. No sabía nadar, pero me fui a la piscina grande, que tiene una parte baja y una parte profunda. Sentí algo en el estómago; luego me resbalé. Empecé a pedir ayuda y nadie me escuchaba. Había dos niñas cerca; traté de pedirles ayuda, pero ellas no me oyeron. Tragué agua, me hundí, sentí que me ahogaba, sentí todo helado dentro de mí. Me di por vencida y me hundí”. Eran las 3 de la tarde aproximadamente.

¿Cuánto tiempo estuvo esta niña bajo el agua antes de ser rescatada por Juan Carlos, el salvavidas de la piscina del Banco de Chile? No se sabe. Cuando sus compañeras se dieron cuenta de que no estaba Marcela y que había una sombra en el fondo, comenzaron a pedir auxilio. El salvavidas se sumergió para rescatarla. La sacó inconsciente, totalmente morada, con la lengua afuera, los ojos entelados, fláccida y el vientre muy hinchado. La tendío sobre el pavimento, al borde de la piscina para prestarle los primeros auxilios.

Entretanto, las niñas lloraban a gritos: “¡La Marcela se murió!”. Hubo gran conmoción entre las apoderadas. Una de ellas instó a rezar a Teresa de Los Andes: “Ella es la única que la puede salvar”. Una chica decía: “Para qué rezar si ya está muerta”, y otras gritaban: “Si está muerta, Teresita, resucítala”. Marcela no estaba muerta, pero sí gravísima. No daba ninguna señal de vida, a pesar de la respiración boca a boca y de los masajes cardíacos.

¿Cúanto tiempo permaneció al borde de la piscina sin ninguna señal de vida? Según los testigos, varios minutos. Por la desesperación, a nadie se le ocurría llamar a la ambulancia. Mientras las niñas seguían rezando de rodillas, pidiendo la intercesión de Teresa de Los Andes, por fin, Marcela emitió un sonido gutural, demostrando que el Señor había escuchado a Teresa. Pero volvió a caer en la inconsciencia.

Llegó en ese estado a la Clínica Alemana, cercana al lugar del accidente. En la ambulancia le suministraron oxígeno por primera vez. El equipo de la piscina estaba malo. El certificado de ingreso señala las 15:34 horas. Asfixia por inmersión grave. El médico que la atendió en Urgencia, Dr. Gabriel Muñoz, declaró en el proceso: “Yo he tenido la desgracia de recibir varios niños con asfixia por inmersión y, por el estado en que Marcela llegó, esperaba dos o tres días tormentosos. La falta de oxígeno, por haber estado bajo el agua, produce daños en los distintos órganos: en el cerebro, en los riñones, en el corazón, en el hígado. En los días siguientes se produce edema cerebral, disfunción cardíaca, como si a uno le diera un infarto… Mal pronóstico le vi cuando llegó. Si me pregunta mi impresión cuando llegó, mal pronóstico. Si me pregunta mi impresión doce horas después, excelente pronóstico”.

En realidad, no doce horas después, sino una hora después, al ser trasladada de Urgencia a la Unidad de Cuidados Especiales, pues ya respiraba espontáneamente. Tuvo una recuperación completa. Ya estaba perfectamente bien, la vio el Dr. Erazo, neurólogo infantil, y se asombró. Leyendo el examen de equilibrio ácido-básico, que le fue hecho a Marcela mientras estaba en Urgencia, dijo en su testimonio que demostraba una acidosis gravísima y severa. La acidosis es la acumulación de ácido carbónico en el organismo porque la paciente no estaba respirando. Un paro cardio-respiratorio de 3 o 4 minutos de duración produce un deterioro neurológico, por lo menos transitorio y por tiempo relativamente largo. En más de 4 minutos el deterioro podría ser definitivo. Y, por el estado en que la recibió, el Dr. Muñoz calcula que Marcela Antúnez estuvo más de cinco minutos bajo el agua, tiempo al que hay que añadir lo que se tardó en rescatarla y el tiempo que estuvo sin respirar al borde de la piscina.

La ciencia médica no tiene una explicación para este caso. Es la conclusión a la que llegaron por unanimidad los cinco médicos que lo examinaron en Roma, en la Congregación para la Causa de los Santos, declarando su “extranaturalidad”. Por la intercesión de Teresa de Los Andes – a quien se invocó desde el primer momento y se continuó invocando durante los cuatro días que Marcela permaneció en la Clínica Alemana, sólo por precaución – esta niña, que, en caso de vivir habría quedado en estado vegetal, tuvo una recuperación rapidísima, completa y sin la menor secuela.

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