“La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua” (PO 5).
El domingo 11 de noviembre se desarrolló la culminación del Congreso Eucarístico Diocesano en la ciudad de Villarrica, contando con la presencia de todas las parroquias de la Diócesis.
Desde tempranas horas del día, cientos de fieles se agruparon en el gimnasio del colegio Alberto Hurtado para participar de este gran evento de fe, quienes dieron bellas muestras de fe y amor al Señor Sacramentado, participando en las diversas actividades.
El encuentro comenzó con una alegre acogida con dinámicas y música; luego, la Pastoral Rural guió la oración inicial del encuentro; posteriormente monseñor Francisco Javier Stegmeier entregó una catequesis sobre la economía sacramental; la mañana culminó con una Hora Santa de Adoración. Paralelamente, se administró el sacramento de la Reconciliación y actividades para los niños. Por la tarde, a las 15:00 horas se inició la solemne procesión eucarística por las calles de Villarrica, la cual, partió desde la parroquia San Francisco hasta la Iglesia Catedral. La procesión fue una gran demostración pública de la fe en el Santísimo Sacramento del Altar, en ella, los fieles con alegría, amor y fe lo adoraron por las calles, orando y cantando. El culmen del Congreso fue la celebración de la Sagrada Eucaristía en la Iglesia Catedral, presidida por nuestro Obispo, concelebrada por monseñor Parzinger, obispo emérito y sacerdotes.
En su homilía, el Obispo de Villarrica, expresó que se celebró el Congreso Eucarístico: «para recordarnos la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y de cada creyente, precisamente porque este Sacramento es el mismo Cristo, realmente presente de un modo real, verdadero y sustancial bajo las especies de pan y de vino».
Recordó a los fieles que «se requiere de la fe para poder reconocer que la Eucaristía es este alimento de vida eterna, Cristo mismo, el Pan vivo bajado del cielo. Hemos de pedir al Señor que nos aumente la fe en su presencia en la Eucaristía. Digámosle como los Apóstoles: “Auméntanos la fe” (Lc 17,5)».
Monseñor Stegmeier reflexionó sobre la falta de fe en el Señor como único Salvador y en su presencia en la Eucaristía: «Son muchos, aún siendo católicos, los que no han comprendido por el don de la fe la necesidad de la Eucaristía para la propia salvación y la plenitud de la vida cristiana. No se explica de otra manera la bajísima asistencia a Misa dominical».
Meditó sobre el hambre de Dios y la actitud del creyente para recibir al Pan Vivo bajado del Cielo: «El hombre lleva en sí también un hambre más fundamental. Es el hambre de vida y de eternidad. Cristo, el Pan vivo bajado del Cielo, es el que sacia esta hambre y esta sed. Para ello hay que ser pobres ante Dios, pues el satisfecho de sí mismo, lleno de sus propias riquezas y buenas obras muy difícilmente podrá experimentar el hambre de Dios».
Expresó que son muchos los frutos de la Eucaristía: «Acrece nuestra unión con Cristo, nos separa del pecado, nos une más a la Iglesia y en Ella nos unimos todos como hermanos en un solo Cuerpo y la comunión eucarística entraña la comunión con nuestros hermanos, especialmente los que más sufren. Por la comunión eucarística nos vamos creciendo en configuración con Cristo».
Nuestro Obispo hizo un llamado a acoger al Señor como la Santísima Virgen, Mujer Eucarística: «Nuestro mejor modelo de vida eucarística es María, la Mujer Eucarística. Creamos con la fe de María. Acojamos a Jesús como Ella. Creamos con la fe de María, para ser como Ella dichosos porque hemos creído que se cumplirían las cosas que fueron dichas de parte del Señor «.
Damos gracias a Dios por el hermoso regalo del Congreso Eucarístico, a Él le pedimos que bendiga a nuestra Diócesis y reine en ella.