«Hermanos en Jesucristo:
El domingo que viene se celebra a Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. Esta fiesta se instituyó hace casi cien años después de la Primera Guerra Mundial con su trágica secuela de odio, crueldad y muerte. Desde entonces hasta nuestros días siempre ha habido guerras en algún punto del mundo. Por eso el Papa Francisco ha dicho que hoy estamos en la Tercera Guerra Mundial por partes.
La causa última de la actual situación de violencia, descalificaciones personales, destrución de familias y tantos otros males es la ausencia de Dios, a nivel personal y social. Hay que estar ciegos para no darse cuenta del innegable deterioro moral de la sociedad. La respuesta única y definitiva de los males que nos aquejan es sólo Jesucristo.
El bien de la humanidad sólo será posible en la medida en que Jesucristo reine en el corazón de cada persona, en la sociedad y en el mundo entero. Es verdad que el Reinado pleno del amor de Cristo sólo será posible ”cuando hayan sido sometidas a Él todas las cosas, entonces también el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todo” (1 Cor 15,28). Pero es también verdad que Cristo quiere que nuestro mundo, en la historia que se desarrolla entre su primera venida y la última, le pertenezca.
“la Iglesia ha nacido con la finalidad de propagar el Reino de Cristo por toda la tierra para gloria de Dios Padre y, de esta forma, hacer partícipes a todos los hombres de la redención salvadora, y, por medio de esos hombres, ordenar realmente todo el mundo hacia Cristo” (Concilio Vaticano II). El anuncio del Evangelio viene siempre acompañado de la acción de la gracia en el corazón de los hombres, para que en ellos, iluminadas sus inteligencias por la verdad revelada, la misma gracia suscite su libre adhesión a Jesucristo, el Salvador de cada uno y del mundo entero. ”La potestad absoluta y también dulce y suave del Señor responde a lo más profundo del hombre, a sus más elevadas aspiraciones de la inteligencia, de la voluntad y del corazón. Esta potestad no habla con un lenguaje de fuerza, sino que se expresa en la caridad y en la verdad” (San Juan Pablo II).
La Fiesta de Cristo Rey renueva nuestra esperanza cierta de que en algún momento de la historia el mundo entero reconocerá a Jesucristo como su Señor. De esto nos habló también San Juan Pablo, cuando lleno de fe dijo: “¡No teman! ¡Abran, más todavía, abran de par en par las puertas a Cristo! Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo”.
+Francisco Javier Stegmeier Sch.
Obispo de Villarrica