
Bajo un cielo lluvioso pero lleno de espiritualidad, la comunidad de la Diócesis de Villarrica se congregó para participar en una jornada de peregrinación y en la emotiva Santa Misa Solemne en conmemoración de la Asunción de la Virgen María. El santuario de Metrenco, lugar emblemático de la región, se convirtió en un centro de encuentro espiritual y reflexión. Desde las primeras horas de la mañana hasta el ocaso, fieles peregrinos se unieron en una marcha que simboliza su devoción y compromiso con la Virgen de Tránsito.
La Eucaristía, presidida por Monseñor Francisco Javier Stegmeier S, contó con la colaboración de varios sacerdotes y diáconos. A pesar de la lluvia persistente, el Santuario irradiaba alegría, fe y una profunda conexión con la Virgen del Tránsito, cuya celebración anual convoca a numerosos camioneros, colectivos que Peregrinan y llegan para rendir homenaje.
La lluvia, en lugar de ser un impedimento, enriqueció el evento, acentuando la entrega de los fieles y su devoción. En este espacio sagrado, los fieles encontraron un refugio espiritual donde la comunión con la Virgen María y su mensaje de esperanza prevalecieron sobre las condiciones adversas.
Finalmente, el Santuario de Metrenco, ubicado a la orilla de la autopista 5 Sur, continúa siendo un faro espiritual para muchos. Fieles peregrinos, viajeros y transeúntes se congregan para bendecir sus llaves y encontrar renovación en su fe a través de esta especial Misa. Este evento anual no solo celebra la Asunción de la Virgen María, sino también la conexión de las personas con su espiritualidad y la tradición arraigada en el Santuario de Metrenco.
Parte de la Homilía de Monseñor Francisco Javier
Hoy nos congregamos en este sagrado Santuario de Metrenco para celebrar la Santa Misa Solemne en honor a la Asunción de la Virgen María, la Madre de nuestro Señor. En medio de la lluvia que nos rodea, reflexionemos sobre el mensaje de esperanza que María Santísima nos brinda en este valle de lágrimas que es nuestra vida terrenal.
María, la humilde sierva del Señor, es asunta al cielo en cuerpo y alma, siendo un ejemplo vivo de la promesa divina de vida eterna. En este acto glorioso, nos muestra que a pesar de las dificultades y tribulaciones que enfrentamos en este mundo, la esperanza siempre prevalece. María nos enseña que en medio de las tormentas de la vida, podemos encontrar consuelo y aliento en la certeza de que Dios está con nosotros.
Que en este día, María Santísima infunda en cada uno de nosotros la esperanza que tanto necesitamos. Que su amor maternal nos abrace y nos dé la fuerza para perseverar en la fe, confiando en que nuestro camino, aunque arduo, está guiado por la mano amorosa de Dios.