(Tomado de virgendelcarmen.cl)
Si la Independencia había representado un primer momento de devoción nacional a la Patrona, el segundo gran momento fue durante la Guerra del Pacífico. Este hecho puso a dura prueba la energía y el patriotismo del pueblo chileno, situación en la que afloró espontáneamente en todos los corazones la invocación a la Madre de Chile. Las crónicas de la campaña hacen frecuente mención de oficiales y soldados que se encomendaban a Ella al entrar a los campos de batalla. Además, no sólo los marinos y militares la invocaban, sino también los 44 capellanes que asistieron espiritualmente a las tropas y que en nombre de la Carmelita motivaron y alentaron a los soldados a ser valientes y confiados. Se sabe también que el Capellán Camilo Ortúzar Montt impuso el escapulario a toda la tripulación de la Esmeralda y a su capitán Arturo Prat (El Arca de las Tres Llaves, página 28), quien al momento de morir en la rada de Iquique lo llevaba puesto. «El comandante Miguel Grau se lo devolvió después a su viuda y se conserva actualmente en el Museo del Carmen de Maipú». (La Virgen del Carmen en Chile, historia y devoción. Myriam Duchens. Página 71)
Terminada la guerra, el 14 de marzo de 1881, el General Manuel Baquedano –interpretando el sentir de todos los chilenos- concurrió ante la imagen del Carmen y colocó su espada victoriosa en sus manos, ante las aclamaciones de una gran multitud. Con este gesto, hizo entrega solemne de su espada de la victoria a la Patrona Jurada del Ejército de Chile.
Cofre que contiene las medallas regaladas por los veteranos de la Guerra del Pacífico a la Virgen del Carmen con motivo de su coronación Fotografía Cofradía Nacional del Carmen.
Poco tiempo después, en el año 1887, Monseñor Ramón Ángel Jara -autor de la tradicional Oración a la Virgen del Carmen por Chile- concibió la idea de levantar un monumento de gratitud a la Virgen, en el propio Monte Carmelo. Con el bronce de cañones del Ejército chileno hizo fundir una imagen de la Virgen, la que -colocada en un monumento de granito- permanece hasta hoy a la vista de los peregrinos que llegan a rezar al monte santo.