Solemne celebración en Villarrica
“Jesucristo hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre” (Ap 1, 6)
El miércoles 28 de marzo, en la Iglesia Catedral de Villarrica, se celebró la solemne Misa Crismal, presidida por nuestro obispo, monseñor Francisco Javier Stegmeier, concelebrada por nuestro obispo emérito, monseñor Sixto Parzinger y por el clero local, asistidos por los diáconos y acompañados por todo el Pueblo Santo de Dios que peregrina en nuestra Diócesis.
En la Eucaristía se bendijeron los óleos, se consagró el santo crisma y los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales. Además, se leyó el decreto que convoca al Congreso Eucarístico diocesano, preparación del Congreso Eucarístico Nacional. Al término de la celebración se entregaron los óleos y el santo crisma a los párrocos de las diversas comunidades parroquiales de la diócesis; viviéndose un profundo clima de comunión de todo el Pueblo Santo de Dios.
En su homilía, nuestro pastor diocesano, explicó el sentido de la Misa Crismal, se refirió a la realidad mistérica de la Iglesia como sacramento universal de salvación, reflexionó sobre la vida de la gracia en la comunidad eclesial, la actitud del cristiano como miembro del Pueblo Santo de Dios, el ser sacerdotal y la vida eucarística.
La Santa Misa Crismal, señala Monseñor Stegmeier, es “expresión de la comunión eclesial realizada por Cristo por medio de su Palabra y su presencia en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía. La Iglesia ha querido ubicar esta Misa, en la que se consagran y bendicen los santos óleos pocas horas antes de la celebración del Triduo Pascual, para hacer ver el origen de los Sacramentos del costado abierto de Cristo crucificado y cómo ellos nos hacen participar del misterio Pascual de Cristo muerto y resucitado”. Recalcando el origen divino de la Iglesia y su obra de salvación en el mundo.
Nuestro Obispo afirma que la Iglesia de Cristo es “aquella en la que se cumplen las palabras del Señor a Pedro: “Tú eres Pedro, tú eres Piedra, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,18). ¿Por qué Pedro necesitó sucesores en su misión de ser Piedra visible de la Iglesia? Porque la Iglesia no es como un edificio de ladrillo construido hace dos mil años y que quedó fijado para siempre, inamovible, inmutable”. La Iglesia es una realidad viva y operante en el hoy de la historia que vive de la Palabra de Dios y de los sacramentos, es Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, cuya alma es el Espíritu Santo. Es por ello, que la actitud del cristiano debe ser sin nostalgias del pasado y sin utopías de un futuro construido a base de ideas culturales más o menos de moda; es un fiel que pone su confianza en la providencia divina y en las promesas del Señor, que nunca fallarán.
Monseñor Francisco Javier Stegmeier destacó el magisterio del Papa Francisco en Chile, e invitó a la comunidad diocesana a repasar, estudiar y reflexionar el mensaje del Santo Padre, para dejarse interpelar y convertir, y así, renovar el ardor del anuncio del Evangelio.
En su homilía, agradeció la labor de los sacerdotes, afirmando: “En nombre de la Diócesis agradezco a los sacerdotes su ministerio y su vida entregada diariamente con generosidad y en el silencio. Hoy oraremos por ellos, pidiendo al Señor el don de la fidelidad y de la alegría, de la esperanza y la fortaleza, del ardor apostólico y del testimonio de vida”.
Al concluir la celebración eucarística, monseñor Stegemeier junto a monseñor Parzinger visitaron las tumbas de los vicarios apostólicos de la Araucanía fallecidos, Monseñor Guido Beck y el Siervo de Dios, Monseñor Guillermo Hartl, como signo de gratitud de la labor realizada por estos insignes apóstoles de Jesucristo.