Hermanos en Jesucristo:
Hoy celebramos a los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. Se les une en una misma fiesta porque los dos murieron mártires en la ciudad de Roma, confesando su fe en Cristo como el único Señor y Salvador.
Los primeros cristianos vieron en los mártires el mejor ejemplo del seguimiento de Jesús hasta el extremo de morir por Él. Por eso los mártires fueron reconocidos como modelos de vida cristiana y desde los mismos inicios de la Iglesia se les tributó veneración, pues fueron fieles a Jesucristo hasta la muerte y vencieron al demonio “gracias a la sangre del Cordero y a la palabra del testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte” (Ap 12,11).
Celebrar a los mártires significa ver en ellos el reflejo de la enseñanza del Señor: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará” (Mt 16,24-25). Los mártires son hombres y mujeres que manifiestan con su vida y con su muerte que creen con absoluta certeza que existe la vida eterna y que esa vida solo la puede dar Jesucristo, pues Él mismo es la vida y la resurrección.
Los mártires nos dicen que es verdad lo que nos ha dicho Jesús; “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26).
Creer en Cristo es la condición para tener en Él la vida eterna. Los mártires son los testigos de esta fe y su sangre derramada por Cristo es semilla de nuevos cristianos. En efecto, solo cristianos convencidos de Cristo, dispuestos a morir por Él, pueden atraer a otros a querer ser sus discípulos. En cambio, nadie se sentirá atraído por Cristo y su Evangelio si los cristianos se mundanizan, pactan con los criterios de moda y se dejan seducir por el poder de este mundo, que “hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente” (Ap 13,16).
Los Santos Mártires Pedro y Pablo nos han precedido en el testimonio de la fe, en el seguimiento del Cordero y en la participación de su triunfo glorioso en el Cielo. Imitemos su ejemplo y leamos sus cartas que nos exhortan a permanecer fieles en medio de las persecuciones a causa de nuestra fidelidad a Cristo.
Hoy escuchemos al Sucesor de Pedro, de quien dice Jesús: “Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos” (Lc 22,32). Hoy el Papa Francisco es el referente seguro para verificar nuestra fe en base a la auténtica interpretación de la Palabra de Dios como camino que nos conduce a la vida eterna.
+ Francisco Javier
Obispo de Villarrica