Hermanos en Jesucristo:
Después de haber celebrado el misterio de Jesucristo, muerto y resucitado, y el misterio del Espíritu Santo en Pentecostés, la Iglesia celebra el misterio de la Santísima Trinidad, es decir, que Dios, siendo uno y único, es tres Personas: el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Con la encarnación del Hijo de Dios comienza la plena revelación del misterio de la Trinidad.
Jesús, quien es hombre verdadero, revela la verdad de su condición de Dios verdadero. San Juan sintetiza esto diciendo: «En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios»(Jn 1,1). Al final del Evangelio está la confesión de la divinidad de Jesús que hace Santo Tomás: «Señor mío y Dios mío»(Jn 20,28).
Es también importante decir que los judíos se dan perfectamente cuenta que Jesús se presenta como Dios, por eso ellos le dicen al Señor: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por una blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces a ti mismo Dios»(Jn 10,33).
También el Espíritu Santo se revela como Dios, igual al Padre y al Hijo. Esto se revela muy particularmente al final del Evangelio de Mateo, cuando Jesús dice que el único Nombre de Dios es el «del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo»(Mt 28,19).
A este misterio revelado en la Palabra de Dios, se le llama «Santísima Trinidad», es decir, que Dios uno es el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Esto significa que nosotros, por la fe, creemos que el Padre es Dios y el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Pero no son tres dioses, sino un solo Dios.
La revelación del misterio de la Trinidad es para nuestra salvación y para que conociéramos aún más el amor de Dios. Eso es lo que dice San Juan: «Tanto amó Dios (Padre) al mundo que envió a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna»(Jn 3,16).
Nuestra mayor alegría debe ser que el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo se han querido regalar a nosotros, hacernos partícipes de su vida íntima y habitar en nuestras almas.
Mons. Francisco Javier.
Obispo de Villarrica.