
Tres días antes de la fiesta de la Virgen del Carmen, celebramos a Santa Teresa de Jesús de Los Andes, una sus hijas espirituales. En efecto, el 13 de Julio la Iglesia en Chile alaba al Señor por las maravillas obradas con su gracia en el corazón de esta religiosa Carmelita.
Su nombre de bautismo es Juanita Fernández Solar. Nació el 13 de julio de 1900 y murió muy joven, a los once meses de su ingreso al monasterio, el 19 de abril de 1920.
Santa Teresa de Los Andes es fruto del amor de Cristo infundido en su alma por la acción del Espíritu Santo, quien suscita en ella una respuesta de amor apasionado por Jesús. En sus escritos emergen una y otra vez palabras ardientes de una enamorada, de una esposa a su Esposo divino, de una mística plena de la gracia de Dios y orientada en todo su ser hacia el fin último para la cual fue creada, que es el gozo eterno del amor de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Todo el ser de Teresita, desde lo más íntimo de su alma hasta su pensar, querer y obrar,está unido a Dios en una alianza de amor, que en todo procura vivir el mandamiento principal de la ley: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo« (Mc 12,30-31).
El don de sí por amor, superado todo egoísmo, lleva a Santa Teresa a una alegría cristiana indecible, superior a cualquier otra alegría humana. Es la alegría que solo los santos son capaces de experimentar, pues es fruto de la promesa de Cristo: «Sealegrará su corazón, y nadie será capaz de quitarles su alegría« (Jn 16,22).
La presencia del Espíritu Santo en el corazón de Teresita, desplegando el poder de su gracia sin obstáculos, se manifiesta hacia el exterior en el amor silencioso y generoso por el prójimo concreto, el de carne y hueso con quien ella convive a diario.
Ella vivió el amor de Dios amando a sus hermanos: «Un precepto nuevo les doy: que ustedes se amen los unos a los otros como yo los he amado, así también ámense mutuamente.En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si tienen amor unos para con otros« (Jn 13,34-35).
El amor de Dios manifestado en los hermanos llevó a Santa Teresa de Los Andes a lo que conocemos por sus obras exteriores, expresión de lo que pasaba en su interior. Es la suya una vida íntegra, de una moral intachable, de perfecta fidelidad a la ley de Dios y de respeto a cada persona, amigos y enemigos, bienhechores y malhechores. En ella se da el pleno y más auténtico sentido de la justicia y de la vivencia del amor.
Teresita pasó haciendo el bien, no por obras materiales, sino porque con su sola presencia hacía ver de algún modo la bondad de Dios. Era una presencia bienhechora, que a todos infundía paz y alegría, certeza y luz, fe, esperanza y caridad, sentido de la vida y de la muerte. Hoy ella sigue haciendo el bien desde el Cielo a todos los que recurrimos a su intercesión ante su amado Jesucristo y vemos en su testimonio de vida un estímulo a poner toda nuestra confianza solo en Dios.
En un momento en que tanto se habla de la corrupción, es necesario recordar que ella no se reduce al mal uso de los dineros públicos. La corrupción hace referencia a la entera vida moral del hombre, expresada en los Díez Mandamientos de Dios. Santa Teresa nos diría hoy que solo aquel corazón del hombre y de la sociedad en el que habita el amor de Dios puede verse libre del pecado de la corrupción.