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Reflexión de Mons. Stegmeier: “Ánimo, no temas, que yo estoy contigo” dice el Señor

Hermanos en Jesucristo:

Pronto, muy pronto, vendrá el Señor a estar con nosotros. Cristo viene a salvarnos. Cuando nació en Belén, el mundo entero “vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia” (Is 9,2).

Desde Adán para adelante, a causa del pecado, todos los tiempos han sido difíciles. Toda la historia humana se ha desenvuelto en “sombras de muerte” (Mt 4,16), caminando sin esperanza ni alegría.

En medio de tanta oscuridad aparece Jesucristo, el “Sol que nace de lo alto, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (Lc 1,78-79). 

En esta Navidad debe renovarse nuestra esperanza en el Señor y en sus promesas de justicia y paz. Mientras mayores sean las dificultades y más incierto y peligroso se avizore el futuro, mayor debe ser nuestra confianza en Dios, de modo que “esperando contra toda esperanza” (Rm 4,18), nos apoyemos firmemente en las promesas del Señor.

El pasado, el presente y el futuro pertenecen al Señor. Todo está en sus manos y sus designios de amor se cumplen infaliblemente. Dios es siempre todopoderoso y su permisión del mal es en vistas a un gran bien, pues por la fe “sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido llamados según su designio” (Rm 8,28).  

En Navidad contemplaremos al eterno y omnipotente Dios nacer en la fragilidad de la condición humana. Veremos a un Niño envuelto en pañales, recostado en un pesebre y cobijado por María y José. Ese Niño es el Señor, el Mesías, el Salvador (Ver Lc 2,11). 

A ese Niño le ponen por nombre “Jesús”, porque es “Dios Salvador”. “No hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos” (Hch 4,12).  

Ánimo, levantemos la cabeza, pues los poderes de este mundo no son Dios. Nunca olvidemos que “la Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron” (Jn 1,5).

+ Francisco Javier

Obispo de Villarrica