Hermanos en Jesucristo:
Hoy, 25 de marzo, es el día de la Anunciación, es decir, celebramos aquel acontecimiento que narra el Evangelio: “Fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María» (Lc 1, 26-27). La Virgen, humilde esclava del Señor, recibe este anuncio en un contexto de oración, silencio y sencillez. Pero está por suceder el hecho que marcará y cambiará para siempre la historia de la humanidad. En efecto, en el mismo instante en que María responde al ángel “hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38) el eterno Hijo del Padre se hizo hombre por obra y gracia del Espíritu Santo.
El “sí” de la Virgen abrió la esperanza de salvación y de vida eterna para toda la humanidad. Desde entonces también a nosotros se nos anuncia el gozo del Evangelio para que podamos recibir a Cristo en nuestras vidas en el seno de la Iglesia a través de la Palabra de Dios y la celebración de los Sacramentos. De hecho, en la Vigilia Pascual renovaremos las promesas del Bautismo por el cual nacimos hijos de Dios. Es la ocasión de manifestarle al Señor que queremos decir siempre “sí” a su voluntad, tal como lo hizo la Virgen María.
Del 25 de marzo al 25 de diciembre hay nueves meses, porque Jesús pasó por todas las etapas de un niño en gestación, desde su concepción hasta el nacimiento. Y María recibió y llevó en su seno virginal a su Hijo con inmenso amor, con el anhelo de verlo nacer. Es lo que sucedió en Belén. Es por ello que en muchos países el 25 de marzo ha sido declarado el “Día del Niño por Nacer”. En Chile lo es de acuerdo a la ley 20.699. Esto expresa lo establecido por la Constitución de Chile en su artículo 19, pero que arbitrariamente, contra toda lógica y sentido de la justicia, el Parlamento y el Tribunal Constitucional obviaron.
Esta celebración es ocasión para recordar que el aborto procurado es un crimen abominable y la ley que lo permite es perversa. Al respecto, el Papa Francisco escribió: “Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo… Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo”.
+ Francisco Javier
Obispo de Villarrica