El Jueves Santo es también conocido como Día del amor fraterno. En este día, durante la Última Cena, Jesús instituyó dos sacramentos: La Eucaristía y el Orden Sacerdotal. También, Cristo nos dejó un mandamiento nuevo: “Ámense los unos a los otros así como yo los he amado” (Jn 13, 34).
¿Qué celebramos en Jueves Santo? La liturgia del Jueves Santo es una invitación a profundizar concretamente en el misterio de la Pasión de Cristo, ya que quien desee seguirle tiene que sentarse a su mesa y, con máximo recogimiento, ser espectador de todo lo que aconteció «en la noche en que iban a entregarlo». Por otro lado, el mismo Señor Jesús nos da un testimonio idóneo de la vocación al servicio del mundo y de la Iglesia que tenemos todos los fieles cuando decide lavarle los pies a sus discípulos. El P. Pablo Fernández Martos, sacerdote misionero en Villarrica, te explica más de esto AQUÍ.
Evangelio del día (Jn 13,1-15): Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?». Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde». Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo». Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza». Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos». Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos».
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros».
¿Cómo celebrar el Jueves Santo desde Casa?
1- Unirse a la Iglesia participando de la Santa Misa a través de los medios de comunicación. Pueden unirse a la transmisión oficial de la Santa Sede donde presidirá el Papa Francisco, o bien buscar en su parroquia la transmisión de la Santa Misa.
2- Antes de que empiece la Misa, te invitamos a encender una vela y ponerla junto a la puerta o ventana de tu casa, como símbolo de que en ese hogar hay cristianos que responderán al llamado que esta noche Jesús nos hace desde Getsemaní: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen conmigo».
3 – Al bendecir los alimentos reza esta oración: “Gracias Señor por dar tu vida por cada uno de nosotros. Gracias Señor, porque en la Última Cena partiste tu pan y vino, para saciar nuestra hambre y nuestra sed; Gracias Señor, porque en la Eucaristía nos haces uno contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra. Bendícenos Señor; bendice a nuestros hermanos más frágiles y enfermos con quienes hoy nos sentimos especialmente unidos; que la fraternidad alumbre para ellos la esperanza. Amén”.
Oración para el Jueves Santo
Señor, quiero que mi relación contigo sea más intensa cada día. Te alabo desde lo profundo de mi corazón porque has decidido quedarte con nosotros y acompañarnos hasta el fin de los tiempos.
Has decidido alimentarnos con tu propio cuerpo a través de la Sagrada Eucaristía y aunque nuestros engañosos sentidos humanos solo vean un trozo de pan, allí estás Tú, esperando que nos hagamos uno contigo.
Ayúdame a entender que para seguir tu proyecto de vida debo amar y ser servidor de los demás, pues si Tú, siendo el Rey de reyes, lavaste los pies a tus discípulos, yo debo también debo imitarte en obras y pensamientos.
Así como Tú has sanado mis heridas, sé mi fuente de poder para poder hacer lo mismo con aquellos que no han salido de su dolor, escucharlos, atenderlos y sobre todo, acercarlos a tu amor.
Con el ejemplo que me has dado me enseñas a vivir en el amor y a salir de ese camino egoísta que la sociedad hoy propone: «la superación personal sin importar a quien dejo atrás en el camino».
Dame, Señor mío, conciencia para crecer y ser cada día mejor, que tu alimento divino sea la fuente que me impulse y me proyecte a hacerlo todo bien sembrando esperanzas a mi paso
Te doy gracias por todas las bendiciones que hoy me darás. Ayúdame a esforzarme sin desánimo y a ser la mejor versión de mí mismo.
Te amo, confío en tu poder transformante que consuela y renueva el espíritu victorioso en cada uno de nosotros a través de la Eucaristía.
Amén.
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