
El 16 de enero de 2025 en el Museo Nacional Ferroviario de Temuco se realizó un encuentro convocado y organizado por una institución poco conocida, llamada 3xi.
Vale la pena destacar este encuentro porque facilita poder conocer y conversar con “pares improbables”, es decir, con personas a quienes probablemente nunca se conocerán, porque viven lejos de unas de otras o se mueven en actividades y ámbitos que nunca interactúan.
Con esta iniciativa se intenta fomentar una “cultura del encuentro” en una sociedad cada vez más individualista, polarizada y marcada por la lucha de clases. Se ayuda a crear un clima de empatía con el otro y de disposición a escucharle. Decía Pablo VI: “Hace falta, aun antes de hablar, oír la voz, más aún, el corazón del hombre, comprenderlo y respetarlo”.
El lema del encuentro fue “Esperanza en el entendimiento”. Ciertamente que crece la esperanza cuando personas a veces enfrentadas logran sentarse juntas, superar prejuicios y conversar en una ambiente de cordialidad, aunque no estén de acuerdo y mantengan sus posturas.
Un aspecto importante de la resolución de conflictos es entender al otro y ponerse en su lugar. La Iglesia así nos lo enseña en su Catecismo: “Para evitar el juicio temerario, cada uno debe interpretar, en cuanto sea posible, en un sentido favorable los pensamientos, palabras y acciones de su prójimo: «Todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y si no la puede salvar, inquirirá cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor; y si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve»” (2478).
Todos queremos poder expresarnos con el deseo de ser escuchados, comprendidos y respetados. El diálogo supone el esfuerzo sincero de las partes de llegar a la verdad, reconociendo la igual dignidad personal de los involucrados. El fruto del diálogo no puede reducirse a un acuerdo en que todos salen ganando en ciertos puntos y perdiendo en otros. El diálogo no es sinónimo de renunciar a la verdad, sino que es precisamente querer llegar a la verdad a través de la palabra. Al respecto decía Santo Tomás: “Los hombres […] no podrían vivir juntos si no tuvieran confianza recíproca, es decir, si no se manifestasen la verdad”.
La esperanza del entendimiento tiene una dimensión subjetiva, es decir, conocer al otro, su historia, las motivaciones profundas de su pensar y actuar. Pero necesariamente debe tener una dimensión objetiva por la cual se reconoce todo lo verdadero y bueno en el planteamiento del otro, lo que es convergente con el propio pensamiento y lo que del otro puede ser asumido sin pasar a llevar la verdad y el bien. Pero también hay que ser honestos y claros respecto a las deficiencias, carencias y errores.