
Es verdad que “todo ser humano es persona”. ¿Puede haber un ser humano que no sea persona? ¿En qué se distinguiría un ser humano de una persona, como dos realidades distintas? Toda persona es un ser humano y todo ser humano es una persona. En el lenguaje cotidiano son expresiones intercambiables y las usamos indistintamente. Por ejemplo, decimos, “no lo traten así, porque es un ser humano” o “él será culpable, pero es persona y hay que respetarlo”.
El querer incluir la expresión “todo ser humano es persona”, indicaba la centralidad de la persona en la Constitución y que todo lo que en ella se estableciera debe estar a su servicio. El concepto primario de persona es metafísico, del cual depende su acepción jurídica. La persona es anterior y superior al Estado. Este principio debe expresarse en la letra y en el espíritu de una Constitución para que sea verdaderamente humana.
La expresión “todo ser humano es persona” no estaba fuera de lugar ni era redundante, pues enfatizaba la intención de poner como referente de la Constitución a la persona y asegurarle sus derechos inalienables, a cuyo servicio debe ponerse el Estado.
Esto es lo que se quería afirmar en el artículo 1 del proyecto de Constitución: “1. La dignidad humana es inviolable y la base del derecho y la justicia. Todo ser humano es persona. Las personas son libres e iguales en dignidad y derechos. Su respeto y garantía es el primer deber de la comunidad política y de su forma jurídica de organización”.
Es muy distinto al artículo 1 de la Constitución rechazada el año pasado, que partía hablando del Estado y no de la persona: “1. Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. La persona quedaba supeditada al Estado.
Algunos de los que, con su voto, eliminaron “todo ser humano es persona”, pensaban en salvaguardar la ley de aborto en tres causales. En el antes, durante y después del debate eso quedó claro. Sabiendo esto, otros habrán querido negociar a los niños por nacer en vistas a facilitar la aprobación de la Constitución. Pero los niños no son moneda de cambio, ni se puede jugar al empate con ellos. Por solo un voto es excluyó que “todo ser humano es persona”.
El centro de la vida social, política y económica es la persona. Este es el criterio antropológico y moral para evaluar todas las dimensiones de la sociedad.
Queremos salvar las dos vidas, la del niño por nacer y la de la mujer. Queremos proteger a la mujer de todo tipo de abusos, castigando al violador y ayudando a la mujer con embarazo vulnerable. Pero no queremos que se mate a quien está por nacer. Estamos por la vida, no por la muerte. Estamos por la derogación de la ley del aborto para bien de los niños, de todas las mujeres y de la sociedad.