Hermanos en Jesucristo:
Con inmensa alegría y gratitud celebramos este 29 de junio los sesenta años de ordenación sacerdotal de nuestro muy querido Don Sixto José Parzinger Foidl. En efecto, como es costumbre entre los capuchinos de Baviera, Alemania, fue ordenado sacerdote en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo en el año 1960.
Don Sixto, nacido el 21 de diciembre de 1931 y que ya cumplió cincuenta y cinco años en Chile, se hizo presente entre nosotros “con su sencillez capuchina, con su ánimo de paz, con su trato amable” primero en Boroa y luego en Padre Las Casas. El 5 de marzo de 1978 fue consagrado obispo del Vicariato Apostólico de La Araucanía, como sucesor del Siervo de Dios Guillermo Hartl.
Un obispo hizo esta semblanza de don Sixto: “En las Asambleas Plenarias, don Sixto aporta, como su predecesor don Guillermo Hartl, su piedad profunda, su trato fraternal, su carisma franciscano y ese algo inocente y transparente pero inteligente y profundo que ha sido característica de los capuchinos bávaros que durante tantos años evangelizaron el sur de Chile”.
Con ocasión de este aniversario, en nombre de la Diócesis, agradezco al Señor la presencia, el ministerio y el buen testimonio de nuestro querido hermano don Sixto. Mi experiencia es que en todas partes se le recuerda con mucho cariño y todos hablan bien de él. Muchos hemos sido testigos de cómo, espontáneamente, los fieles aplauden cuando lo ven participando en alguna Misa en la Catedral.
Son muy pocas las personas que llegan a cumplir sesenta años de vida activa en cualquier ámbito, ya sea personal, familiar o profesional. A don Sixto, el Señor le ha concedido vida larga, buena salud -más en la ancianidad que en la juventud- y fidelidad en el ministerio del sacerdocio, ejercido de modo ejemplar.
El testimonio de don Sixto tiene que ser un estímulo para quienes somos más jóvenes que él, pero especialmente para los que están comenzando recién a asumir compromisos matrimoniales, familiares, profesionales o religiosos, en este último caso, como acontece en estos días con tres jóvenes recién ordenados para el servicio sacerdotal.
El testimonio que quiero destacar de don Sixto es que con la gracia del Señor se puede ser siempre fiel y muy feliz en la entrega total a Cristo en el sacerdocio y nos enseña que Dios quiere que el proceso del envejecimiento del cuerpo se corresponda con el crecimiento cada vez mayor de la vida espiritual, pues “el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo” (1 Cor 5,17). Así, más que el joven, es el anciano quien se constituye en modelo de vida.
+ Francisco Javier
Obispo de Villarrica