A las 15 horas, nuestro Obispo, Monseñor Francisco Javier Stegmeier, presidió la celebración de la Pasión del Señor, donde se conmemora la muerte redentora de Cristo, para salvarnos del pecado, reconciliarnos con Dios y darnos la vida eterna.
La celebración constó de tres partes:
- Liturgia de la Palabra En la que se destacó la lectura de la Pasión del Señor, según San Juan, la homilía del señor Obispo y la oración universal.
- Adoración de la Santa Cruz: Presentación de la Santa Cruz y su posterior adoración. Donde todos los fieles se acercaron a besarla como signo de adoración y gratitud por la entrega redentora del Señor.
- Sagrada Comunión: Se revistió el altar, entró el Santísimo Sacramento, comulgaronn los fieles y posteriormente se volvió a reservar.
Nuestro obispo, reflexionó sobre la muerte del Señor a consecuencia del pecado, que nos aleja de Dios y trae como consecuencia la muerte eterna. Sin embargo, Jesucristo asume el pecado y carga con él, dando su vida en el árbol de la Cruz, que se convierte en árbol de vida, reconciliándonos con el Señor y dándonos la vida eterna. El pastor diocesano, enfatizó en la vocación de Cristo, él da libremente su vida, por amor, a pesar, del miedo y del dolor. Además, nos invitó en poner nuestra mirada en la Santísima Virgen María, cuyo corazón fue traspasado por una espada de dolor. Ellos, aunque no cometieron pecado, sufren por el pecado del mundo. Nosotros, pecadores, debemos luchar para alejarnos del pecado y convertirnos a Dios, pues hemos sido rescatado no con oro ni plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha ni defecto.